Duende de las 11

Publicado en el periódico mensual de Guadix, WADIAS. Mes mayo-junio 2018.


Duende de las 11

Bolonia pasa las fotos del móvil,
un globo es una concha de Jesús del Gran Poder,
nuestro padre canta trap con Rosalía de Castro,
su nieta se folla al concejal de cultura, y ahora, «también»,
se va siete meses de becaria en compensación-representación
de la cultura granadina, a Bulgaria la amarga,
a leerle a los ultra nazis caprichos locos de Lorca,
con protocolos establecidos y campos de refugiados incluidos,
servicios de vigilancia integrales traslúcidos, extrema,
«camisetas pechos fuera»,
pezones ardientes a lo Falla para el invierno frío,
cornisas, compás y escuadras, de impacto rápido-preciso.

Bolonia mira la cuenta de ingresos,
«va bien»,
en el aeropuerto de Sofía,
saluda desde la ventanilla a Fariña,
camuflada con gabardina a lo coronel de la Benemérita,
«va bien»,
Fariña empaquetada por el cura,
del maletín órbita, el alzacuello rosa,
botas de serpiente hermosa,
rolex con agujas de brillantes y rubíes,
gafas a lo cowboy, patillas largas
a lo gánster de la América profunda.
Anzuelo. «Va bien».

Mientras tanto un madero se desliza suave por el río,
apesta Aguasvira desde Elvira,
sigue poniéndonos la soga al grifo y avanzando
con la muerte por ventanilla, la soga a los indios mata,
a los indios de Siva, retorcidos en la aurora cósmica de arena,
los escorpiones inyectan el veneno, esperando el resultado,
embriones bañados de luz, control-respiración-sonrisa-teatro-
rodillas al suelo-mamadas- namaste- sonrisas Bolonia- nanas Hare Om al suelo-
raso y ciego desierto espermático y bello.

Puerto naufrago Bolonia, «el mío», yo soy en este tumulto,
«raso y ciego desierto espermático y bello».
Puerto naufrago Bolonia, yo soy en este tumulto,
en este cuadro de celda alquilada,
remolino vendaval, entre el Nirvana Perú,
el Nirvana Madrid exprés, el Nirvana Londres París Berlín,
y una jovencita pelirroja irlandesa.

Yo soy tu turno de móvil. Ahora no más pues. No pares.
Yo soy tu turno. Madrid, Londres, París Berlín. Ahora.
Aquí anestesia programada, mañanera de café-tostada,
cabrales, orujos, esperando la hora.

Las olas del mar son la notaria,
donde sellan acontecimientos Lucky Strike registrados,
en volutas de oro Bolonia, colillas sin cafeína manchado,
junto a una terraza de exuberancia verde y remaches en las cortinas.

Anestesia mirando las estrellas de las olas del mar,
desde un maíz raíl de hierro fundido y temblor,
tabiques rotos, agrietados, semi muertos,
la corsetería de lo estrecho,
sastre del engranaje enajenado-horizonte,
montaña príncipe,
nubes y lluvia cortesía.

Al sur,
termómetro plano azul,
contraseña: lo profundo del océano

Siento un puzzle en la llorona de los ojos.
Un rayo de litio en la piel espumosa, algas
de naufrago pluscuamperfecto y luz.

Llueve.



10-abril-2018. © Rubén Darío Vallés Montes.









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