VELADAS DE CINE





                                                                VELADAS DE CINE




Los viernes por la noche nos reunimos un puñado de vecinos del Cerrillo de Maracena en una de las pocas plazas con historia que queda en el barrio. Es una plazoleta muy coqueta, que se contonea a un metro de altura sobre la pequeña explanada poblada por coches, rodeada de casas bajas, unas deterioradas por el tiempo, y otras restauradas con mimo por sus propietarios. Antiguamente aquí había una vaquería, un poco más allá un molino de harina, y una cuadra de caballos, y detrás de la plaza, una bella fábrica de telas abandonada que se cae a pedazos, pero que aún hoy resiste, a duras penas, a pesar de que nadie le hace ni caso. Nuestra plazoleta es un oasis escondido en el bulle bulle de edificios modernos, carreteras gigantes que circundan, y la vorágine que viste nuestra sociedad moderna. Está escondida y solo los afortunados la conocen. Si te vendaran los ojos y te llevaran allí, pensarías que se trata de un lugar recóndito y hermoso del Albaicín.
Allí nos juntamos un grupo de vecinos del barrio los viernes por la noche. Nos llevamos sillas, patatas fritas y bocadillos. Y al aire libre, vemos una película proyectada sobre una pantalla. Eso llevamos haciendo todos los veranos desde hace doce años. El pasado viernes vimos una película muy bonita, que en general gustó mucho. A mí me encantó, y me hizo olvidar por un rato el caos, la amargura y la pena, por los tristes hechos ocurridos en Barcelona. Tras finalizar la proyección solemos cambiar impresiones sobre la misma y departir sobre los temas que se tratan, sobre el director, o los actores, o cosas que van surgiendo a medida que vamos comentando; detalles, puntos de vista o interpretaciones, que a uno u a otro se nos habían pasado por alto. Es curioso como el arte, o en este caso el cine, llega a cada persona de una forma distinta, e individualmente se genera un diálogo particular con cada uno de los espectadores.
Así que allí estábamos, tan a gusto, charlando sobre nuestra película, respirando algo de aire fresco en este verano especialmente caluroso. No eran las doce de la noche, cuando un coche de policía se fue aproximando sigilosamente. Con la interesante conversación que manteníamos, apenas nos percatarnos de su llegada. Poco después, dos agentes se bajaron del vehículo y preguntaron sobre el responsable de aquella reunión, y tras pedirle la documentación, informaron que habían recibido la llamada de un vecino quejándose. Siempre hay un vecino huraño al que le molesta que un grupo de personas comparta un rato de asueto y gratificante compañía. Antes de irse, la pareja de agentes tomó nota de todo, algo así como un parte de hechos sobre nuestra reunión cultural de los viernes noche.
Tras el incidente inesperado, seguimos con nuestra amena charla, sazonada con el ingrediente de la visita de los agentes. Espero poder seguir disfrutando de nuestras veladas de cine, en nuestra coqueta plazoleta.

Publicado en Ideal de Granada 25-08-17 // en Granada Hoy 26-08-17




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