¿O seré yo y mis circunstancias?
Paseo por mi
Granada un sábado por la noche, y me da pena y lástima. En el
centro desmantelado y solitario se masca el sabor de la desolación,
el abandono, el trasnochado olor a incienso mustio. No hay alegría
en esta mi ciudad, los caciques que la gobiernan como si fuera su
cortijo, poco a poco la van martilleando convirtiéndola en una
ciudad virtual que vender en congresos lejanos. Mientras tanto en la
plaza del Carmen, han montado un chiringuito chabacano de música
pachanguera de verbera barata de pueblo. Me da vergüenza, me da pena
y rabia que traten así a Granada. Que desmantelen festivales, que
pongan trabas y trabas a la cultura, que sancionen a los artistas
callejeros que adornan la ciudad de colorido, y la llenen de policías
locales vigilantes como guías turísticos uniformados. Turistas que
miran boquiabiertos el esperpento montado en la plaza de Carmen, y
buscan despavoridos algún lugar interesante al que acudir, antes de
emprender su huida hacia lugares que no apesten a alcanfor. No es la
verbena en si, es el lugar. Es el espectáculo, inapropiado para mi
ciudad; está fenomenal para un pueblo, para un barrio, pero no para
la ciudad de la Alhambra. Vergüenza me da que hayan hecho del
turismo de mi querida Granada un centro de borracheras y espectáculos
bochornosos de despedidas de solter@s
low cost. ¿Qué están haciendo estos gobernantes catetos?, ¿dónde
se han creído que están?, ¿piensan que Granada es su cortijo?
Parece ser que si. El Sr alcalde sufre una grave enfermedad y le cede
el puesto a su amigo de toda la vida. ¿Hasta cuando aguantará
Granada este trato? ¿Hasta cuando soportaremos? Caciques, catetos,
añorantes de tiempos pasados, que intentan empujar las varillas del
reloj hacia atrás, vestidos de polos, corbatas, y pantalones de
pitillo y gomina. Como habrán comprobado estoy más que harto.
Granada, mi Granada, ¿qué están haciendo contigo?
Comentarios
Publicar un comentario