Sucedáneo: Centro Artístico.
Qué tiene que ver el Centro Artístico,
Literario y Científico, de sus inicios, allá por finales del siglo
XIX, cuando sus socios y fundadores eran jóvenes, y aquella
“asociación” que construyeron era un lugar mutante, según las
circunstancias, donde conocerse, experimentar, exponer e intercambiar
ideas, obras, y diseñar proyectos innovadores para la sociedad
granadina de la época; un centro neurálgico de encuentro de la
vanguardia granadina, española y europea. Aquello debía ser un
bullicio de joven creatividad bullendo como un puchero en el fuego.
Idearios frescos, controversia, discusión, experimento, vida; una
nueva forma de entender la cultura, la sociedad, la educación, la
feminidad, el ser humano. Ideas y personajes en la flor de la vida,
repletos de energía e ilusión. Personajes que luego quedaron en la
historia de España incluso de la humanidad, como referentes en
diferentes ramas del conocimiento y las artes. El desarrollo mismo de
la ciudad, sus certámenes, la conservación del patrimonio,
etcétera, se lo debe Granada a esas generaciones primigenias que
crearon esta asociación, marcando un antes y un después que llega
hasta el día de hoy, entrados ya en pleno siglo XXI.
¿Qué tiene que ver el Centro
Artístico, Literario y Científico de hoy con aquel...? Nada.
Ni siquiera es un sucedáneo. Lo único
que tiene en común es el nombre, como yo, que no tengo nada que ver
con el príncipe de las letras. Rescatado, (no es la palabra
precisa), en 1952, estableciendo su sede hasta el día de hoy en la segunda planta del edificio del Teatro Isabel La Católica. Donde un
águila es el estandarte de dicho centro, dos banderas españolas
roídas cuelgan de dos de sus balcones, de aquella etapa pasada donde
el españolismo sacó sus banderas para reforzar el patriotismo
frente a las muestras de catalanismo y todo lo que aconteció durante
esas fechas. Ni siquiera el Centro tiene nada que ver con los
diferentes lugares donde nació aquella asociación, ni mucho menos
aquello respira nada de vanguardia, ni innovación, ni nada parecido,
todo lo contrario, mobiliario de lujo de aquellos años cincuenta
desfasados y venidos a menos, y bueno..., los miembros de dicha
asociación, personas mayores ya abuelos, que más que otra cosa
tienen aquello para sus reuniones, tertulias, lectura del periódico,
partidas de cartas; aquello como un casino de pueblo de la tercera
edad. Por supuesto que son gente amantes de la cultura, del arte, las
ciencias, algunos reputados ilustres, pero...cómo diría, aquello es
el clasicismo puro, aquello es don fulano y don mengano, sacado todo
de una película bastante casposa. Nada que ver con absolutamente
nada nuevo que ocurra y bulla en la joven sociedad granadina,
española, mundial, y si quieres universal. Aquello es el
conservadurismo puro desfasado.
Espero, no se lo tomen a mal, y
entiendan esta crítica como constructiva. Leyendo, se aprehende. Y
me pregunto, siendo tan enorme el patrimonio que tuvo esta
asociación, por infinidad de obras y documentos de todo tipo que
fueron legados y regalados por sus miembros. ¿Dónde han ido a
parar? Dicen que se donaron a los fondos del Ayuntamiento, y que
están guardados en algún almacén oscuro de nuestra capital. Pero
nadie, o muy pocos, han visto algo. Me temo que de todo el patrimonio
que poseyó el Ilustre Centro quedan migajas, y lo demás, lo
valioso, voló de mano en mano sin que nadie viera, escuchara, o
hablara, nada, como los monitos del WhatsApp. Auditorías, ¿para
qué?, a estas alturas de la película. Sigamos con nuestras
reuniones y conferencias del club.
Publicado en Ideal de Granada. 17.06.2018
Publicado en Ideal de Granada. 17.06.2018
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