BEAUTIFUL PEOPLE




BEAUTIFUL PEOPLE


Marilyn Manson está jodido,
no tanto como Donald Trump,
pero parecido.

Do you know?

Marilyn Manson no puede
ir a comprarse una gorra
en una gran superficie,
ni pasear por el supermarket
e ir llenando el carrito
con esto y aquello,
con un: ¡Oh!,
eso debe estar  mother fucker.

No. Él no puede.
No puede pasear por la Gran Vía,
o por el Zacatín, o Alhóndigas, o
sentarse tranquilamente bajo el árbol
gigante de Puerta Real, a fumarse un cigarro tranquilo,
mientras observa a la beautiful people conversar;
paseando de aquí para allá,
escuchando a esa buena señora,
a la que el niño le ha salido respondón,
como le contesta experimentada,
con el más sencillo método que ha inventado
la sociedad, en modo acertijo,
el famoso pescozón, guantazo,
galleta o tortazo, o zarandeo,
o grito seguido de cachetada y reprimenda,
«¡como sigas dando por culo te voy a matar!»,
esa expresión tan familiar , tan nuestra y cariñosa,
que hace que los niños miren atemorizados,
con los ojos vueltos y llorosos
a la madre, representación del demonio.

Do you know?

Ya te digo.

Marilyn Manson está bien jodido.
No tanto como Donald Trump,
pero parecido.

Él no es un alcalde enrollado,
de esos que cogen el metro y la bicicleta sin escolta,
para ir al trabajo, o simplemente pasea por la street
saludando a los honrados contribuyentes.

No es un escritor, ni siquiera famoso,
al que poco después del efímero y esponsorizado éxito
de alguna de sus obras,
que realmente solo los perros verdes y neuróticos han leído,
se va a un bar o a un antro de mala muerte,
por supuesto de marcha gorda, en plan, tú sabes,
cosa buena, perder la cabeza,
y puede permitirse el lujo de ponerse ciego como las Grecas,
desfasar un poquito, hasta perder el control del timón,
volando con GPS,
como perro con microchip arrastrado, desnudo,
subiendo las escaleras de su casa a gatas,
temiendo por supuesto las habladurías de los vecinos,
y por supuesto temiendo encontrarse
con algún lector perturbado,
al que no le haya gustado algún fragmento de su obra,
y este, el muy hijo de puta,
espera escondido en el soportal del bloque
para coserlo, el muy hijo de puta, a puñaladas.

De todo hay en la viña del señor, desgraciadamente.

No. Ellos no son Marilyn Manson.
Ellos pueden ir de aquí para allá, tranquilos,
desplazándose cual cubito de hielo
sobre plancha de cocina inclinada y caliente,
pueden hacer eso que llaman vivir el verano,
o el weekend,
y mezclarse con la beautiful people cabrona y pacífica,
que paga sus impuestos honradamente.

Manson tiene por cojones que alquilarse
una isla desierta,
o comprársela por cientos de millones de dólares,
que al final le sale más rentable y desgrava.
Ya sabes, los vampiros de Hacienda,
que están al acecho para hincarte el diente.

El pobre Marylin tiene que moverse en coche de lunas negras,
para que no lo reconozcan ni lo fotografíen los paparazzi,
siempre acompañado de cuatro o cinco guardaespaldas cinturones negros,
adiestrados en campamentos secretos del Mossad.
Siempre con guardaespaldas, y putas que dicen ser sus amigas,
camino al avión privado de aeropuerto a aeropuerto,
sin pisar el suelo, siempre en las nubes,
de espectáculo a espectáculo, de backstay a backstay,
siempre el mismo camerino, a lo largo y ancho del planeta,
donde le espera el mismo comercial relaciones públicas,
heavy metal gay repetido como un clon de la oveja Dolly,
con los mismos comentarios y adulaciones de siempre,
la misma pelota,
la misma farlopa que gira y gira por nuestro viejo mundo,
desde Japón a California
haciendo el giro completo.

Manson no puede esconderse, ni escribir tranquilo en Twitter:
“Estado terrorista sin cerrar, un tsunami mundial va a llegar”.
No. Él no puede decir esto en Twitter,
porque puede desequilibrar el Mercado Internacional,
y su manager lo sabe,
no puede, porque en seguida empezarían los rumores
sobre su pésimo estado de salud mental,
las pesquisas sobre los daños de las drogas en su estado físico y psíquico,
y empezarían a anularse conciertos,
y el desastre y el caos llegaría como en un bucle ciclónico
de desafortunadas e irreversibles consecuencias.
Saldrían a relucir de nuevo las cicatrices de su vida,
con millones de fotografías de su infancia, de su adolescencia,
prensa escrita y televisiva llenarían horas y horas analizando
los porqués de su declaración en Twitter.
«Se le ha visto frecuentando al líder de una secta satánica»,
dirán algunos, «no, es illuminatti», dirán otros,
 «tal vez rosacruces, están preparando un plan
macabro y secreto para destruir al mundo», maquillarán otros,
en un martilleante , millonario, y machacón escaparate de horas muertas.

Do you know?

Marylin Manson está jodido,
y encima su gata en celo
no deja de darle por culo
y lo tiene loco,
pero él ya está acostumbrado a la jodienda,
porque él es más que un dios,
él es una estrella del rock planetario,
y eso es difícil de asimilar para un mortal.

Así que no lo veras en el súper,
ni en la cola del cine,
ni paseando tranquilamente
por la avenida Joaquín Eguaras
un domingo cualquiera de mercadillo.

Él estará..., no sé dónde andará,
quién sabe..., quizás está encerrado
en su lujoso cuarto de baño,
mirándose al espejo, diciendo mother fucker,
otra maldita arruga,
llamando con su celular a su entrañable amiga,
contándoselo, diciendo mother fucker,
otra maldita arruga.

Quién sabe lo que hace
una estrella del rock planetario.

Do you know?



            ©Rubén Darío Vallés Montes. 2018.




*Publicado en el periódico WADIAS, mes de diciembre del 2018.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Tres poemas porno eróticos de amor y desdicha

El Molino de Dúrcal

Poema en prosa. María