El Molino de Dúrcal

 








Conocí el Molino allá por principio de los noventa. Ese lugar, aquel esplendoroso Molino de Dúrcal funcionaba por aquel entonces como Restaurante Escuela de Hostelería. Para alguien que no conoce la restauración de caché, aquel restaurante , la comida que servían, y sobre todo el servicio que se procuraba en la sala, era algo sorprendente y novedoso. Mantelería buena, cubertería perfectamente colocada, y unos camareros pulcramente uniformados, con cientos de protocolos para servir al comensal como oficio.

El entorno tenía la magia y el encanto que procuraba la naturaleza y el rumor del agua fluyendo por aquí y por allí, y por ende, el susurro de pajarillos y el revolotear de las mariposas en primavera.


Treinta años después he vuelto a pasear por esos parajes. El camino que lleva desde Dúrcal hasta el Molino se ha convertido en una escombrera, repletas de restos de obras, tuberías de cemento que asoman desde el suelo, hilos de agua que corren entre basura. Es el preámbulo de lo que uno se encuentra más tarde después de haber tenido el valor de adentrarse en tan insólito y perturbador paraje. Un kilómetro después llegas al antiguo Molino. Un Molino con más de doscientos años de historia. Un Molino que fue Escuela de Hostelería, Restaurante de lujo, Museo de la Cocina Tradicional Andaluza en 1991.

Pues al llegar lo que te encuentras es la desolación. Un complejo de edificios, y terrenos, donde lo único que queda es la ruina y la estructura. Ha desaparecido todo. De la Escuela de Hostelería no queda nada, y del Museo menos. Se han llevado hasta la marquesina de las puertas, las vigas de los techos, las tuberías de cobre; han arrasado con todo.


Extrañado por esta evolución, como un cadáver comido por los buitres, me he tomado la molestia, de buscar los porqués, de buscar datos, que den pistas, y aclaren, cómo es posible, que un lugar tan bello, y referente de Andalucía, donde estaban implicados en su financiación, entidades privadas, públicas, de la Junta de Andalucía, y la Diputación de Granada, haya desaparecido.


Ante mi sorpresa, por más que he buscado, poco he encontrado, más que el vídeo de Canal Sur que muestro a continuación, donde aparecen dos tristes cocineros, un pedante presentador, y un extraño director del centro, del que tampoco he encontrado más datos que su nombre, como si hubiera sido tragado por la tierra.

A lo más que he llegado ha sido a corroborar el patrocinio de la Diputación de Granada, años 1981-1984, el Registro como Asociación en 1981 de una tal Academia Granadina de Gastronomía- Y la institución como Instituto Culinario en 1991 del Molino de Dúrcal.


Se sabe que aquel Molino se remodeló, y se hizo una gran inversión para convertirlo en lo que fue, un lugar de lujo,un referente, un museo institucional. La inversión y el dinero que allí se metió debe ser muy considerable. El caso es que todo se ha esfumado, El Molino, la Escuela, El Director, El Museo, y como un cadáver al que no se le ha encontrado causa de muerte y no interesa saber los porqués, el asunto se ha archivado, silenciado, y el expediente guardado en algún cajón donde no pueda encontrarlo nadie.


Al parecer olía ha quemado en las cocinas del viejo Molino. Una historia turbia que ha quedado silenciada en la historia reciente de Andalucia. Una historia más que apunta a pelotazos, a dinero negro, y robo institucional y privado de guante blanco. 

 


 

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