EL CAMPEÓN DEL MUNDO

 


El Campeón del mundo.


El tipo vive en la parada de autobús,

bajo el techo moderno de diseño

de esta parada de bus céntrico de una

ciudad moderna europea.


El tipo vive ahí desde hace años,

en invierno, en verano,

haga frío, calor, o caiga una tormenta de agua.


Esa es su casa.

De cuando en cuando se afeita

con una gorra Bobby Fischer

el gran genio del ajedrez.


Realmente se le parece.


Y viste prácticamente igual,

ni habla con nadie,

ni le pide a nadie,

ni se mete con nadie,

ni molestia a nadie.


Él está siempre ahí, es su casa,

su tejado.


Es uno de esos seres bíblicos que

existen en nuestras modernas ciudades

y viejas europeas.


Nadie sabe qué come,

ni de dónde es,

ni cuál es su historia.


Él está siempre ahí

viendo cómo pasa la gente

como pasa el tiempo, la vida,

el tráfico, los autobuses


viendo amanecer y viendo anochecer.

Se levanta cuando el sol y se

duerme bajo las estrellas


estando en la gran parada de bus.

Nunca va a ningún lado

ni coge ninguna de esas máquinas

de transporte.


Va al ritmo del planeta.

Al ritmo de la rotación de la tierra

sobre su eje.

Al ritmo de traslación de la tierra

en su elipse alrededor del sol.

Al ritmo de desplazamiento del universo.


Es como un movimiento de ajedrez

un movimiento indeciso y reflexivo.


Y así se mueve cuando se mueve

reflexionando, una reflexión de tiempo sin

limites.


Mientras, esta noche,

el monóxido de carbono

indica niveles bajos

y

el dióxido de nitrógeno

está en verde.

El nivel de azufre en la ciudad

dicen las máquinas

que es de buena calidad.


Así que esta noche de domingo

esta noche de domingo de

estado de excepción nacional

en este noviembre de 2020.

Esta noche el aire es respirable,

una pena tener que llevar mascarilla.


Ahí está el tipo, de pie, andando

tranquilamente, cinco pasos a la izquierda

cinco a la derecha, con su gorra

roja Bobby Fischer.


La otra mujer bíblica

que se parece a él

pero en otra historia,

la gran señora

educada al máximo

cuando una vez al año habla,

anda o dormirá ya

en la otra punta de la ciudad.


Y la otra señora,

la que viste con su propia confección

la que va vestida con plásticos

transparentes con sombrero y todo

andará D sabe dónde.


Son los seres bíblicos de esta ciudad moderna.


Aunque hay más, al menos

nueve más.


Y el autobús espera,

en la parada a los

clientes que no existen.

Y el conductor habla por el móvil

con su mascarilla por el móvil.


Y la poca gente que hay en

la calle pasea, a su ritmo,

a sus cosas

como yo con las mías,

como cada uno a las suyas.


RD. Vallesmontes. 15-11-2020



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