Manolito concejal


Manolito llegó al Ayuntamiento como el que pasa por la puerta de un bar y alguien lo invita a una cerveza. Los coleguitas lo pusieron, por sus años de servicio dándole a la tecla, y sus años de uniformado silencio.
Jubilación de oro para el muchacho canoso, y cuatro años pagados en el reparto cómodo del teatro repetido, donde hasta el apuntador cobra un sueldazo, que ni en sus mejores sueños imaginara.
Paseitos pagados con la libreta en mano, chismes y chispazos, fotos en prensa. ¡Esto lo paga la casa Don Manolico! Menudo chollazo, menudo pollazo, el braguetazo de los sesenta y un años, a golpe de urna, de fieles y contactos.
Di que sí Manolico, te lo mereces. Para que se lo lleve otro actor de tercera, te lo llevas tú que ya has jugado en champion.
Unos se van y otros vienen, así es la vida. Y la cuadrilla colocada, todo queda entre amigos: el subteatro, los subalternos, pintamonas, chupatintas, y circo completo. Una vez más que todo cambie para que no cambie nada.
Qué aburrido reparto Qué hartazgo de obra. Yo soy el público descontento. No por nada. Sólo que me se la función de memoria. Encima con estos pelos.
A mi no me contéis historias como si fuera un borrego. Llevaros el dinero, repartíroslo como queráis, siempre lo habéis hecho. Yo ya no os compro el boleto.


Octubre 2019



Ruben Darío Vallés Montes

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