EL PUEBLITO




El pequeño pueblito de pescadores había sido diseñado, allá por los años del boom, para el turismo de masas, y ya poco quedaba de sus humildes orígenes. Ahora todo había cambiado, se había reconvertido, había dejado atrás el simpático pajaritos a bailar y el gracioso españolito en bañador de slip paseando como palomo por la orilla de la playa, pelo en pecho, en busca de suecas enamoradizas. Todo se había modernizado, puesto al día del nuevo tiempo, que sin duda era ya también viejo. Sólo quedaba demolerlo todo para volver al origen. Pero mientras tanto la caja registradora seguía trabajando a buen ritmo para el turismo a gran escala de fiestas, drogas, y borracheras alimentadas con sexo, playa, vómitos, y toneladas de comida basura. El puebleito era ahora el retiro perfecto de esparcimiento, desenfreno, y cuerda suelta para desfasar y comportarse como un feliz cerdo revolcándose en el fangal. Era tanto el putiferio que se había creado para los tres meses de hastío, que putas de todas partes del mundo emigraban al pueblito para satisfacer el apetito sexual de alemanes, franceses, y europeos norteños de todo pelaje y condición. Buenos meses para el gremio de las putas, no cabe duda. Eran tantas trabajando a destajo que era realmente difícil distinguir entre una puta y otra cualquiera. Eso era todo en el pueblito. ¿ Precios? Aún no he preguntado.
Vos: como todo, hay que conocerlo. Hasta el infierno tiene sus rincones con encanto. Ley de vida, cambio. En la gloria a la sombra Bodegas. Desde 1982. Por supuesto. Bis 2 : y yo sin saber que ha empezado el Tour de Francia. ©Rubén Dario Vallés Montes. 2019.

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