Antonio Enrique. Libros curiosos
Rubén Darío Vallés Montes
Antonio Enrique.
Libros curiosos
Con motivo del ciclo
“El libro más curioso de mi biblioteca” organizado por el
Centro Artístico Literario y Científico de Granada, nos reunimos un
grupo de amantes de los libros, entorno a la charla que dará el
escritor Antonio Enrique, que ha escogido entre su extensa biblioteca
un libro para hablarnos de él.
Hace frío en esta
tarde lluviosa de jueves, 22 de noviembre, un clima otoñal ideal
para pasar un rato y hablar sobre lo que nos gusta, los libros, la
literatura.
En esta ocasión
Antonio Enrique nos ha traído un curioso y bello ejemplar de 1884
editado en Barcelona por Daniel Cortezo y Cia, dentro de la colección
Biblioteca Clásica Española. Se trata del libro “Diálogos de
apacible entretenimiento. Cartas de Juan de la Sal” de Gaspar Lucas
Hidalgo, que figura dentro de este recopilatorio bajo el título:
Opúsculos amenos y curiosos de ilustres autores. Un libro bello en
su edición, con una bonita y cuidada encuadernación artística de
tapa dura en tela estampada gofrada en plomo y lomo con un diseño
modernista de J.Vilaseca, la portada simula motivos de rejería
custodiado por dos dragones en cuyo cartucho central aparece escrito:
autores varios.
En esta tarde
Antonio Enrique nos va a hablar de éste “Diálogos de apacible
entreteniendo”, escrito y publicado entre 1603-1604. Fue este un
libro muy popular en el panorama literario del siglo de Oro, curioso
por sus expresiones desvergonzadas, por el sentido del humor, por las
extravagancias que cuenta, y por poner en labios de sus personajes,
tópicos y chistes de conversos judíos y musulmanes.
Nos encontramos en
la Sevilla del siglo XVI, una capital en esplendor donde viven medio
millón de personas. Un siglo donde se imprimen tres mil libros de
materia religiosa, donde existe una corriente, un fenómeno, con una
larga tradición mística, con reminiscencias judías de la cábala,
y del islamismo sufí. Un misticismo arraigado desde el siglo XII
cambiante y adaptado al cristianismo de la época. Se trata del
alumbrismo, un movimiento libertario, social y político religioso de
donde nace la gran mística.
En la religiosidad
de la época donde abundaban los santones, lo máximo entre los
aspirantes a santos eran aquellos que eran capaces de pronosticar su
propia muerte. Eran los llamados revelanderos. He aquí donde aparece
el protagonista de la historia. A modo de picaresca, se nos narran
hechos inverosímiles, escabrosos, que se aproximan a lo ridículo
por lo insólito, dentro de un escenario, el sevillano, donde las
epidemias son frecuentes y el río Guadalquivir se desborda cada dos
por tres inundando la ciudad, dando lugar a imágenes tan llamativas,
como ver navegando a un barco por las calles de la preciosa ciudad
hispalense. Las misas se convierten en espectáculos, competiciones,
rivalidades públicas manifiestas entre curas y santones por
conseguir batir récord de duración, establecido en veintiséis
horas, hecho que le valió la fama a Francisco Mendez. El padre Amaro
le tenía odio a los franciscanos, era un cura independiente, se
contaba que se encontró a su amante acostada con un franciscano, de
ahí su odio hacia ellos.
El protagonista,
nuestro santón, anuncia que va a morir, toda la ciudad espera el
gran acontecimiento que lo encumbrará a los altares de la santidad.
Mientras la autoprofecia se cumple, todos los feligreses quieren
recuerdos de él, fetiches y amuletos, todo vale, desde un poco de
cabello, a un trozo de tela de su camisa o pantalón, o una bendición
postrando las manos en la cabeza, o una santificación del rosario.
Antonio Enrique
disfruta contándonos estas historias guardas entre las páginas del
libro que nos ha traído esta tarde, de vez en cuando se tiene que
parar porque está recordando la historia que encierra, y se ríe sin
poder seguir la charla. Aparecen en las páginas muchos personajes
celebres de la época, obispos, duques y duquesas, clérigos.
Mientras espera que le llegue la muerte que ha anunciado, Paco Mendez
se retira a un convento en alarde de santidad, se ha convertido ya en
una reliquia viva, de la que se espera pase pronto a mejor vida.
Mientras esto ocurre, mientras la muchedumbre espera que muera, le
van quitando ropas, camisa y calzones, recortándolo en cuadraditos y
distribuyéndolos por Sevilla a modo de souvenir. La ejecutoria de
santidad, era una forma de picaresca, un modo de vivir cómodamente,
de estar al auspicio de nobles y ricos, a su amparo y protección, un
modo de asegurarse buena comida y buena cama. En una de las misas,
nos cuenta el cronista Juan de la Sal, se produjo una levitación del
oficiante, sobre la que se abrió un controvertido debate sobre el
tiempo que el santo había estado flotando en el aire; todos estaban
expectantes sobre cuándo, por fin, iba a morir el santón
revelandero. Dos días antes de su autoproclamada muerte llega una
devota y le plantea si pudiera santificar su cama acostándose con
ella, a lo que nos cuenta el narrador que ciertamente se acostó con
ella como si fuera un ángel. Antonio Enrique no puede más que
reírse imaginándose la situación. Terminó la misa en la que
tendría lugar su muerte, llegó el domingo, y estaba vivo.
Naturalmente. Al no morir, se temió lo peor, la gente se le iba a
echar encima por estafador, pero alguien le dijo que no se
preocupara, que al pasar del tiempo el pueblo se olvidaría de todo.
No así, la gente de Sevilla le hostiga por la calle, le interpela,
a lo que él respondía: ¡El demonio!, ¡el demonio, que me ha
mentido!, ¡que me ha dado un golpe! ¡Me lo ha mandado Dios, para
que haga penitencia por vuestros pecados!
Francisco Mendez
muere años después. Inocente. No lo castiga la Santa Inquisición.
Este es el ámbito
del alumbrismo de la época, nos explica Antonio Enrique, todo es
revolucionario, espejismo, un revuelo de gentes fascinantes.
Y de este libro, en
la charla, aparece otro que surge al contexto de algo que se ha
dicho, y nuestro ponente parafrasea, ...la mujer que más te quiera
sacará lo peor de ti, el libro más aterrador que he leído, nos
comenta. Y de ahí surge otro, el libro octavo de Fray Luis de
Granada, ...el perfil de la muerte, ...los jeroglíficos de la
muerte; todo está en un contexto que existió ante la consumación,
el temor a la muerte…
Y es que un libro te
lleva por distintos caminos y va abriendo puertas, sugiriendo nuevos
temas, y estos te llevan a otros… y así podíamos haber seguido
varias horas más de charla, pero la noche se había echado encima, y
cada mochuelo tenía que volver a su olivo. Aún así, dio lugar a un
par de preguntas del público asistente, que nos permitió saber
alguna anécdota de la niñez y adolescencia de nuestro querido autor
Antonio Enrique respecto a su pasión temprana y su hermanamiento con
la la lectura, los libros, la literatura, en fin... la vida.
Pero eso amigos, me
lo voy a quedar para mi. Son las historias dentro de la historia, la
llamada metahistoria, igual o más interesante incluso que lo que en
un primer instante se cuenta. Pero para eso, y mucho más, les invito
a asistir al próximo encuentro de este magnífico ciclo organizado
por el Centro Artístico, que nos traerá a diversos autores e
intelectuales a lo largo del 2019 y 2020, a los que podremos conocer
y saber cuál es ese libro curioso que se esconde entre los estantes
de su querida biblioteca.
*Para más
información sobre “Dialogos de
Apacible entretenimiento” les remito a
http://eprints.ucm.es/12419/1/T32815.pdf donde encontrarán un
estudio pormenorizado de la obra. EDICIÓN CRÍTICA Y ESTUDIO DE LOS
“DIÁLOGOS DE APACIBLE ENTRETENIMIENTO” DE GASPAR LUCAS HIDALGO.
Jesús Gallego
Montero. Bajo la dirección de la doctora Ana Vian Herrero. Madrid,
2011
UNIVERSIDAD
COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE
FILOLOGÍA Departamento de Filología Española II (Literatura
Española),
*Así mismo, puede
encontrar la obra en Editorial Parneseo, de la Universidad de
Valencia 2010
Granada,25/11/18
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