Se nos quedó pendiente

Se nos quedó pendiente.



  * Artículo aparecido en el periódico Wadi as.



Al fin vi la película que tanto te gustaba y me recomendaste. La Strada de Federico Fellini. Se acaba de terminar, y me deja un regusto amargo como la vida. Porque la vida es compleja, repleta de matices, y sabores cambiantes que se entrecruzan como las notas de una guitarra. La vida del trashumante, la vida del hombre y el artista libre, con sus sinsabores, sus placeres, sus complicidades, sus momentos de gloria y reconocimiento, y soledad. Ese vivir intenso como un fuerte aguacero, el rayo y la tormenta, maestro. Esa elección de vida, o la corriente del río que te lleva, que te impulsa, que te acuna en este pasar por aquí, por este hermoso mundo. El amor al arte, a la vida, a la belleza. Ensimismado en ella, no queriendo desperdiciar ni una gota, luchando a menudo a contracorriente, sobreviviendo, y aceptando. Ese deambular sin patria ni bandera, gitano, donde la verdad no tiene fronteras, y está en los zapatos que uno lleva y sus circunstancias, y el techo del hogar es un cielo repleto de estrellas, la música el viento, el agua, el cantar de los pájaros. Sin saber dónde nos llevará el camino, en busca de la magia, lo inaudito, la emoción sincera.
Aunque la he visto en italiano, la versión original, no es necesario entenderlo todo, porque lo que no se entiende se intuye y se siente, igual que el arte, y esta película es una obra maestra. Una de esas películas David, que vuelves a ver cada cierto tiempo, porque encierra muchas incógnitas y pensamientos; recovecos y mensajes guardados en cofres donde las llaves son los años, que te hacen abrirlos poco a poco a medida que avanza la vida y ves, lo que estaba ahí, pero no eras capaz de percibir o entender.
Se nos quedó pendiente David esta conversación, pero sabías que la vería. Así que esta película, La Strada, siempre me susurrará tu nombre y tu recuerdo. Porque es en cierta forma como tu pintura, tu gran pintura en el más humilde de los utensilios de este arte. El carboncillo. Lo más humilde y a la vez lo más sublime y difícil porque no se puede enmascarar. Sólo los grandes pintores de la historia, desde las Cuevas de Altamira, pasando por el Renacimiento, y los grandes artistas del siglo XX, han sabido utilizarlo y sacarle el alma al duende, dejando joyas para la posteridad, guiños para las almas sensibles.
Hasta siempre amigo, porque creo que tú también me considerabas así. Gracias, allí donde estés, por compartir conmigo un trocito de tu mundo. Te estimo. Por cierto, al mover el cofre sigue sonando, unas veces a viento, a arena del desierto, que se desliza sobre las dunas, otras a pequeñas gotas de agua que caen como oro líquido desde frondosas hojas gigantes, y a veces, a cencerros de un rebaño en el horizonte, que se acerca, lentamente, como ecos de lugares lejanos. Hasta siempre maestro.

4-noviembre-2017



















Publicado el IDEAL DE GRANADA. 29-12-17

Rubén Darío Vallés Montes 

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