Santa Marihuana

Santa Marihuana



El señor cura ojea el periódico y bebe pequeños sorbos de su café humeante. Tras la barra está Anita, camarera y dueña del negocio, -mujer sonriente, amable, y trabajadora-, que sirve los mejores batidos de la zona. Anda bueno el diario hoy, le digo al padre, que me observa y asiente con la cabeza. Hoy en primera plana se anuncia a bombo y platillo que Granada es la mayor productora de marihuana de España, y un referente en Europa. Si, somos una gran industria, afirma Anita mientras prepara una tostada. Ni lo dudes, responde el padre, los productores son los que menos se llevan siempre en el negocio, esto es así. Bien lo sabe señor cura, ratifica Anita, mientras unta con mantequilla a la bienhechora. Todos los días aparecen noticias relacionadas con la marihuana, que si plantación por aquí, que si detención por allá, que si suministro de luz pinchado... ¡¿Ves?!, yo en ese punto estoy de acuerdo con el refrán: el que le roba a un ladrón tiene mil años de perdón, asevera el señor cura persignándose. Totalmente de acuerdo, lo suscribo, me manifiesto mientras muevo con la cucharilla mi menta poleo; parece que el asunto de la marihuana está de moda..., dejo la frase suspendida en el aire a esperas de que la recojan. Normal, afirma Anita, si no fuera por la hierba... quién iba a poder soportar esta maldita crisis, los trabajos basura, los altos índices de paro...., - eso si que es una ruina-; normal, las criaturas tienen que comer, tienen que alimentar a sus hijos, vestirlos, asearlos, llevarlos al colegio..., y aquí nada más que pagar y pagar para que se lo lleven los ladrones de guante blanco, eso no puede ser. Ya, digo con resignación, eso es así, de alguna forma hay que vivir...; vas paseando por la calle y te viene un tufo a hierba que alimenta, es impresionante. El padre me mira y sonríe divertido, pasa la página y sorbe el café. Normal, se reitera Anita, ...pues no está quitando hambres la hierba, deberían hacerle un monumento; lo que no es normal es que no la regularicen como están haciendo en tantos sitios civilizados del mundo..., es que en este país somos gilipollas. Ya ves..., cárceles llenas, familias rotas, gastos innecesarios en seguridad del Estado, corrupción, dinero negro, impuestos que se esfuman cuando podrían invertirse en sanidad, en educación, en infraestructuras..., es una verdadera pena; que cada cual haga lo que quiera, yo pienso así, ¿quién soy yo para decirle a nadie lo que tiene que hacer?, la carne procesada provoca cáncer, y el dióxido de carbono también, y no lo ilegalizan. El señor padre asiente con la cabeza y dice: cosas peores hay en este mundo, guerras y guerras, hambre, y desigualdad social; lo que deberían hacer es regularizarla y se acabaría el problema; todo en su justa medida, a mí me gusta de cuando en cuando tomarme una copita, y no pasa nada; la ignorancia..., esa si que es mala. Anita y yo decimos al unísono: ¡Amén!


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